Durante un año completo de genocidio perpetrado por la entidad sionista en Palestina, surgió de vez en cuando lo que se denominó una «diferencia de opiniones» entre los criminales de guerra netanyahu y el presidente de la administración estadounidense, biden. En realidad, había algunas cuestiones en desacuerdo, pero el curso de los acontecimientos demostró que dicha diferencia probablemente se refería al momento, la velocidad del genocidio y el alcance geográfico que abarcaba.
En este contexto, incluso lo que podría llamarse «diferencia política» o «diferencia diplomática» no tiene ninguna existencia real. Esta ronda de guerra genocida desde el 7 de octubre se ha dado en el contexto de cambios geopolíticos y geo-estratégicos que precedieron a la guerra durante años, y se manifiestan en dos temas principales: la normalización y el traslado de la entidad sionista al ámbito de acción del Comando Central de los Estados Unidos.
La normalización con los regímenes árabes
En 2020 se presenció otra ola de normalización con la ocupación, cuando los regímenes gobernantes de Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos se unieron oficialmente a la lista de normalizadores mediante la firma de acuerdos que incluyeron esencialmente dos aspectos inseparables: la seguridad y la economía. Estos dos aspectos no reflejan plenamente lo que está escrito, pero lo que realmente implican desde una perspectiva práctica es agresión y explotación. Esta tendencia surge en el contexto de la cooperación entre regímenes represivos y rentistas, por un lado, y una entidad colonial, por otro, en una de las manifestaciones más horribles del imperialismo en sí mismo y en sus expresiones.
Con respecto al aspecto militar, se refleja en que los países que han normalizado sus relaciones con la entidad sionista participan en agresiones y crímenes de guerra, como, por ejemplo, el papel de Emiratos Árabes Unidos y Bahréin en la agresión contra Yemen, la ocupación del Sáhara Occidental por parte de las autoridades marroquíes y el papel de Emiratos Árabes Unidos en avivar el conflicto en Sudán apoyando a las «Fuerzas de Apoyo Rápido». Estas agresiones y crímenes han sido documentados y monitoreados rigurosamente por organizaciones internacionales y medios de comunicación.
Esta ola de normalización ha permitido un cambio cualitativo en la naturaleza de las relaciones militares y estratégicas entre el ente sionista y Estados Unidos, lo que se ha manifestado en la transferencia del ente sionista del ámbito de operaciones del Comando Europeo al Comando Central de EE. UU. en 2022. Este último es uno de los once comandos de combate distribuidos alrededor del mundo para llevar a cabo operaciones militares (agresiones) fuera del ámbito geográfico de los Estados Unidos.
La región bajo el alcance de operaciones del Comando Central contiene más de la mitad de las reservas mundiales confirmadas de petróleo y alrededor de la mitad de las reservas de gas natural. Como resultado, esta región incluye algunas de las rutas comerciales más activas del mundo, ya que cuenta con tres de los principales canales marítimos del comercio global: el estrecho de Ormuz, el canal de Suez y el estrecho de Bab el Mandeb.
Allí es donde se destaca el papel asignado al ente sionista, especialmente dado que los estrechos de Ormuz, Bab el Mandeb y el canal de Suez se encuentran dentro del ámbito geográfico de Irán, Yemen y Palestina. Esto significa que los objetivos imperiales, codiciosos e ilimitados, representados por Estados Unidos, necesitan urgentemente de una mano que siempre se escape de la rendición de cuentas, como lo es el ente sionista en sus formas colonial y funcional.
A otro nivel relacionado con la normalización, la integración del ente sionista en la región del Comando Central de Estados Unidos facilita la participación de la Marina y otros elementos en actividades operativas junto a los regímenes árabes que son socios en los acuerdos de normalización. Esta integración se complementa con una intensa y diaria cooperación en inteligencia, que beneficia a ambas partes, sionista y estadounidense, en su interés común de debilitar la resistencia y sus bases populares.
En este contexto, es necesario mencionar una masacre en la que participó directamente el Comando Central en la Franja de Gaza el 8 de junio de 2024, bajo la justificación de «rescatar a los rehenes». Existen evidencias que indican que los camiones que ocultaban a soldados de la ocupación sionista partieron de la zona del pasillo terrestre que ha sido creado temporalmente por el ejército estadounidense frente a la costa de Gaza, bajo la fachada de transporte de ayuda humanitaria.
Además, se ha informado sobre el papel operativo de la unidad Delta estadounidense, según fuentes palestinas oficiales y organizaciones internacionales de derechos humanos, que han señalado algunas pruebas, a pesar del «desmentido» oficial por parte de la administración estadounidense. Es importante destacar que esta masacre resultó en la muerte de 274 personas y dejó a 698 ciudadanos heridos, además de destruir 89 instalaciones residenciales y comerciales, incluidos centros de refugio para desplazados en la franja.
Evidencias y conclusiones
Se puede inferir que los cambios geopolíticos y geo – estratégicos en el Medio Oriente, que han incluido la normalización entre algunos regímenes árabes y el ente sionista, así como la transferencia de este último al ámbito de operaciones del Comando Central estadounidense, han consolidado el papel militar del ente sionista como una extensión de la hegemonía estadounidense en la región.
A través de un apoyo ilimitado, esta alianza permite a la ocupación llevar a cabo políticas criminales y operaciones militares caracterizadas por su brutalidad y la impunidad en áreas estratégicas. Esta relación se manifiesta claramente en cuestiones relacionadas con la seguridad de los recursos estratégicos y la confrontación con la resistencia popular, lo que convierte estas políticas en una extensión del imperialismo mediante la militarización del capitalismo y el uso de guerras y genocidios como herramientas para lograr sus intereses.
Además, Las narrativas ideologizadas encubren e incluso justifican crímenes como el genocidio del ente sionista en Palestina, Líbano y Yemen, al mismo tiempo que presentan a Irán como «una amenaza.» Mientras esta alianza con el Comando Central de EE. UU. amenaza la paz internacional y busca crear un discurso contrario a la realidad para imponer condiciones imperialistas.
La colaboración militar dentro del Comando Central estadounidense indica una escalada en la estrategia militar hacia Palestina. Esta alianza proporciona al ocupante un apoyo continuo para llevar a cabo operaciones masivas que buscan debilitar la resistencia palestina y exterminar al pueblo palestino, manteniendo a Gaza bajo una presión militar y económica asfixiante, bajo el pretexto de «seguridad» y «lucha contra amenazas» regionales. Ante esta situación, es esencial realizar un estudio más profundo sobre el grado de implicación de Estados Unidos y los regímenes árabes en esta guerra de exterminio que se vive en la región desde hace un año y en el colonialismo que lleva más de 76 años.
Por: Bahaa Gasán