Por Antonio García, Primer Comandante del ELN
República de Palestina replica el artículo publicado este 25 de noviembre en La Tizza , el cual apareció con el título «Gaza: El espíritu de la resistencia».
La violencia que envuelve a Gaza se ha convertido en una espiral que amenaza con consumir todo el Oriente Medio. Desde nuestra América, observamos con profunda preocupación cómo esta tragedia humanitaria alcanza dimensiones sin precedentes: 43.000 vidas perdidas, en su mayoría niños, mujeres y ancianos, en lo que puede describirse como un holocausto moderno transmitido en tiempo real.
Sin embargo, en medio de esta devastación, emerge la inquebrantable capacidad de la resistencia. El Eje de Resistencia, lejos de debilitarse, demuestra una notable capacidad de reconstitución. La pérdida de líderes como Nasrallah, en lugar de convertirse en un golpe definitivo como lo esperaba Israel, apenas ha retrasado –quizás– sus operaciones. Hezbollah mantiene su firmeza operativa, como lo demuestran las 48 operaciones militares contra Israel reportadas en un solo día.
La historia brinda lecciones inocultables: los movimientos de resistencia popular trascienden a sus líderes individuales. La eliminación selectiva de dirigentes –estrategia preferida por la Inteligencia anglo-israelí–, ha demostrado ser ineficaz contra aquellos movimientos que representan la voluntad colectiva de pueblos en legítima defensa. El Líbano es el testimonio vivo de esta realidad: Hezbollah persiste como fuerza clave del Eje de la Resistencia.
Paradójicamente, el fracaso de Israel en alcanzar sus objetivos militares en Gaza ha catalizado un efecto multiplicador: la resistencia se ha expandido y fortalecido en toda la región y más allá.
Pensar y descifrar este nuevo componente de la realidad, la resistencia, es esencial para la América Latina. Los movimientos sociales, las organizaciones populares y los partidos políticos (aquellos con vocación antisistémica) enfrentan el desafío de proponer, organizar y construir desde una perspectiva popular.
Este desafío se torna más urgente ante una contraofensiva neoliberal y extremista que se alinea cada vez más con el sionismo y atenta contra la humanidad misma.
El genocidio israelí no puede entenderse de manera aislada de la política estadounidense. La resistencia, ya sea en Gaza o en la América Latina, enfrenta un mismo sistema hegemónico. La lucha por la dignidad y la autodeterminación de los pueblos trasciende fronteras y une las luchas de liberación.