En un mundo hiperconectado, pero fragmentado por narrativas mediáticas dominantes, la idea del Sur Global ha trascendido su mera definición cartográfica para convertirse en un símbolo de resistencia, reorganización geopolítica y desafío al orden establecido. Mientras los titulares se obsesionan con los aranceles de Trump, las sanciones contra Rusia o los debates culturales en Occidente, una transformación silenciosa —pero profunda— está ocurriendo en los territorios históricamente marginados. Este Sur, que abarca desde las estepas rusas hasta las fronteras de América Latina, está redefiniendo su lugar en el tablero mundial, no como víctima pasiva, sino como actor estratégico. 

1. De Ucrania a los BRICS: el despertar euroasiático 

La guerra en Ucrania, presentada por Occidente como un choque entre democracia y autoritarismo, ha tenido un efecto colateral inesperado: la consolidación de una alianza euroasiática. Las sanciones impuestas a Rusia por su intervención en Ucrania no lograron aislar a Moscú; en cambio, aceleraron su integración económica y en ocasiones militar con China, India e Irán. Mientras Europa enfrenta una crisis energética y económica, Rusia ha redirigido sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia, fortaleciendo lazos con Beijing, que a su vez ve en este conflicto una oportunidad para desafiar la hegemonía del dólar mediante acuerdos en yuanes o rublos. 

Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), lejos de ser un club retórico, han demostrado su capacidad de acción colectiva. En 2023, la inclusión de Irán, Egipto y Etiopía en el grupo amplió su influencia en África y Oriente Medio. Este bloque no solo cuestiona el sistema financiero liderado por el FMI, sino que promueve alternativas como el Nuevo Banco de Desarrollo, destinado a financiar infraestructuras en países del Sur sin las condicionalidades neoliberales impuestas por Occidente. 

2. África: la rebelión contra el neocolonialismo 

África vive un momento histórico. Bajo el liderazgo de figuras como Ibrahim Traoré en Burkina Faso, países como Malí, Níger y Chad están expulsando a las tropas francesas y denunciando los acuerdos económicos que permiten a empresas europeas explotar sus recursos naturales. En 2023, Níger revocó los contratos de extracción de uranio con Francia, mientras que Ghana nacionalizó su producción de oro, un gesto simbólico contra empresas como la británica Ashanti Goldfields. 

Este movimiento no se limita al Sahel. En Senegal, la victoria electoral de Bassirou Diomaye Faye, un líder joven que promete renegociar los contratos petroleros con BP y Kosmos Energy, refleja un malestar continental. Incluso en países tradicionalmente aliados de Occidente, como Costa de Marfil, crece la presión para revisar los tratados de libre comercio que favorecen la exportación de materias primas sin valor agregado. 

El panafricanismo, una idea que parecía relegada al discurso de los años 60, resurge con fuerza. La Unión Africana, antes criticada por su inacción, ahora debate la creación de una fuerza militar continental independiente y una moneda común, iniciativas que buscan reducir la dependencia de instituciones controladas por el Norte. 

3. Palestina: el espejo moral del Sur Global

La resistencia palestina se ha convertido en un símbolo de unidad para el Sur. Mientras Estados Unidos, Alemania y Francia arman a Israel, países como Sudáfrica, Argelia y Bolivia lideran la lucha diplomática para reconocer el genocidio en Gaza y exigir sanciones contra Tel Aviv. La Corte Penal Internacional, aunque acusada de parcialidad, enfrenta presión sin precedentes para investigar crímenes de guerra israelíes. 

Pero esta solidaridad también expone contradicciones. Gobiernos árabes como los de Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, aunque críticos con Israel, mantienen relaciones económicas clandestinas con Tel Aviv, la “nueva” Siria y su no defensa de su propio territorio, o la familia real de Marruecos que se alía incluso militarmente con el ente sionista evidencian la existencia de élites traidoras que priorizan sus intereses sobre los de sus pueblos. Sin embargo, la movilización ciudadana en países como Yemen —donde los hutís atacan barcos vinculados a Israel en el Mar Rojo— muestra que la calle no perdona la complicidad con la ocupación. Defender la necesidad de una República Palestina independiente en la Palestina histórica, es la línea roja que separa la sumisión al imperio de la lucha por la liberación de todos los pueblos. 

4. América Latina: entre la dependencia y la autonomía 

En América Latina, el Sur se expresa en la lucha contra el extractivismo y la recolonización financiera. México, bajo la presidencia de López Obrador, ha nacionalizado el litio, un recurso clave para la transición energética. Bolivia, a pesar de golpes de Estado y presiones externas, mantiene el control estatal sobre sus reservas de gas. Cuba, bloqueada durante seis décadas, encuentra nuevos socios en China y Rusia, que le proporcionan petróleo y tecnología a cambio de acceso a puertos estratégicos. 

Sin embargo, la región sigue dividida. Mientras Brasil avanza en alianzas con los BRICS bajo Lula, Argentina bajo Milei se pliega al FMI. Esta tensión refleja una batalla más amplia: ¿podrá el Sur Global mantener su autonomía frente a un Norte dispuesto a financiar golpes blandos o desestabilizaciones económicas? 

5. Europa: las izquierdas soberanistas y su deuda con el Sur 

En Europa, sectores de fuerzas políticas como la Francia Insumisa o el Partido Laborista británico (en su ala izquierda) comienzan a entender que su supervivencia depende de vincularse con el Sur y en el caso muy valiente en Alemania del BSW, no solo entiende esto sino que busca al igual que el SMER de Robert Fico una acuerdo de paz y de relaciones económicas con Rusia. La defensa de la soberanía nacional —frente a la OTAN o las políticas de austeridad de la UE— encuentra eco en la lucha anticolonial de África o Asia. Sin embargo, estas izquierdas enfrentan un dilema: ¿cómo criticar el imperialismo estadounidense sin caer en las idealizaciones? ¿Cómo independizarse de quienes introducen la cultura woke que destruye las izquierdas? ¿Cómo construir en Europa fuerzas políticas independientes y soberanas capaces de superar la represión conservadora, liberal, verde y wokista es decir de las “izquierdas” identitarias y populistas? Seguramente la respuesta la dan Oskar Lafontaine, Sahra Wagenknecht, Fico, Galloway e incluso en muchas aspectos Corbyn y otros y otras que con valentía se enfrentan a esta dictadura postmoderna, también el Reino de España.   

El caso español es paradigmático. El gobierno de Pedro Sánchez, alineado con Marruecos en el Sáhara Occidental, no solo traiciona al pueblo saharaui, sino que siembra las semillas de su propia caída. Trump, lejos de agradecer la sumisión, respalda a VOX para instalar un régimen más afín a sus intereses en un país clave como España. La izquierda woke española, muy divida entre sí e incluso desleal y antagónica, le abre la puerta de par en par al trumpismo español. Por eso necesitamos soberanismo y la alianza con la clase trabajadora de nuestro estado.

6. El neoliberalismo en crisis: ¿hacia un nuevo orden económico? 

El proyecto neoliberal, impuesto a sangre y fuego desde los años 80, muestra grietas irreparables. En el Norte, la desigualdad y el colapso climático deslegitiman a las élites. En el Sur, el fracaso de las recetas del FMI —como en Argentina o Líbano— ha llevado a buscar alternativas. China, con su modelo de capitalismo de Estado, ofrece préstamos sin exigir reformas estructurales. 

Pero el Sur no es homogéneo. Mientras India protege su sector agrícola con subsidios, Vietnam atrae inversiones extranjeras con zonas económicas especiales. La clave está en si estos países podrán evitar caer en un neocolonialismo 2.0. 

7. El fracaso del experimento pequeño- burgués woke y el Reino de España

El woke impulsado por cierto con fruición e interés en el reino de España por Podemos y ahora también por SUMAR que ha contagiado a todo el arco parlamentario de las “izquierdas” y ha dividido y ridiculizado la revolución feminista. Obviado la lucha de clases. Corrompiendo el sindicalismo. Impuesto la batalla cultural pero abandonado y olvidando sin embargo la cultura obrera y dejado huérfanas a las clases trabajadoras y a las mujeres. Su sectarismo, su política de slogans y pura publicidad son incapaces de enfrentase la verdadero gran poder, a la corona y la sumisión a la UE que destruye nuestra agricultura y nuestra industria. Nos relega al turismo y hecha de las ciudades a la población trabajadora o convierte pueblos en parques temáticos. Si bien y a pesar de todo, se reconstruyen las resistencias sociales y políticas.

8. Hacia una Internacional del Sur 

El desafío del Sur Global es trascender la retórica y construir instituciones propias. La creación de un sistema de pagos alternativo al SWIFT, una red mediática independiente de Reuters o CNN, y enfrentarse a la OTAN son pasos necesarios. Pero esto requiere superar divisiones internas: las rivalidades entre India y China, los conflictos en el Sahel o la corrupción en gobiernos africanos. 

La lucha por Palestina, el Sáhara Occidental o la Amazonía no son causas aisladas, sino capítulos de una misma batalla: la de los pueblos que se niegan a ser piezas en el juego de las potencias. Como escribió Frantz Fanon, «el Sur no es solo un lugar, es una condición». Y hoy, esa condición se llama dignidad. 

9. El Norte también es Sur 

Mientras Trump amenaza con aranceles y la UE censura discursos, en los barrios obreros de Detroit, Marsella o Bilbao crece la conciencia de que el enemigo no está en Kiev o Gaza, sino en Wall Street y Bruselas. La lucha de clases en el Norte y la liberación del Sur son dos caras de una misma moneda: la construcción de un mundo donde manden los pueblos, no los imperios. 

El Sur ya no pide permiso. Avanza.

Por: Carlos Martínez – politólogo, de Soberanía y Trabajo 

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