Pronto podremos ver varias potencias nucleares en conflicto directo, arrastrando al mundo más cerca de la aniquilación nuclear.

Por Jeffrey Sachs.

Publicado por Brasil de fato el 17 de junio de 2025.

Una mujer sostiene un cartel que dice «Buscado por crímenes de lesa humanidad, Benjamin Netanyahu», durante la manifestación «Línea Roja para Gaza», el 15 de junio de 2025, en Bruselas, Bélgica. (Foto: Luis Miguel Caceres/Getty Image)

Durante casi 30 años, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, empujó a Oriente Medio hacia la guerra y la destrucción. Este hombre es un barril de pólvora de violencia. En todas las guerras que defendió, Netanyahu siempre soñó con la guerra principal: derrotar y derrocar al gobierno iraní. Su tan deseada guerra, que acaba de ser lanzada, podría terminar matándonos a todos en un Apocalipsis nuclear, a menos que Netanyahu sea detenido.

La obsesión de Netanyahu por la guerra se remonta a sus mentores extremistas, Ze’ev Jabotinsky, Yitzhak Shamir y Menachem Begin. La generación anterior creía que los sionistas debían usar cualquier tipo de violencia (guerras, asesinatos, terror) para lograr sus objetivos de eliminar cualquier reclamo palestino a una patria.

Los fundadores del movimiento político de Netanyahu, el Likud, abogaban por el control sionista exclusivo sobre toda la región que había sido el Mandato Británico de Palestina. Al comienzo del mandato británico, a principios de la década de 1920, los árabes musulmanes y cristianos constituían alrededor del 87 % de la población y poseían diez veces más tierras que la población judía. En 1948, los árabes seguían superando a los judíos en aproximadamente dos a uno. Aun así, la carta de fundación del Likud (1977) declaró que «entre el Mar medéteraneo y el Rio Jordán solo habrá soberanía israelí». El ahora infame eslogan «del río al mar», a menudo caracterizado como antisemita, revela, en realidad, el grito de guerra antipalestino del Likud.

La guerra de Israel contra Irán es el movimiento final de una estrategia con décadas de existencia. Estamos presenciando el apogeo de la manipulación extremista sionista de la política exterior estadounidense.

El desafío para el Likud era cómo perseguir sus objetivos maximalistas a pesar de su flagrante ilegalidad a la luz del derecho y la moralidad internacionales, los cuales defienden una solución de dos Estados.

En 1996, Netanyahu y sus asesores estadounidenses elaboraron una estrategia llamada «Clean Break». Abogaban por que Israel no se retirara de los territorios palestinos ocupados en la guerra de 1967 a cambio de la paz regional. En su lugar, Israel debería remodelar el Medio Oriente de acuerdo con sus intereses. Fundamentalmente, la estrategia preveía a Estados Unidos como la fuerza principal para lograr estos objetivos, librando guerras en la región para desmantelar gobiernos contrarios a la dominación israelí sobre Palestina. Se llamó a Estados Unidos a librar guerras en nombre de Israel.

La estrategia de «Clean Break» fue efectivamente implementada por Estados Unidos e Israel después del 11 de septiembre. Como reveló el comandante supremo de la OTAN en ese momento, el general Wesley Clark, poco después de los ataques, Estados Unidos planeaba «atacar y destruir los gobiernos de siete países en cinco años, comenzando por Irak, luego Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán». La primera de estas guerras, en 2003, tenía como objetivo derrocar al gobierno iraquí. Los planes para nuevas guerras se retrasaron a medida que Estados Unidos se atasconaba en Irak. Sin embargo, Estados Unidos apoyó la división de Sudán en 2005, la invasión israelí del Líbano en 2006 y la incursión de Etiopía en Somalia ese mismo año. En 2011, el gobierno de Obama lanzó la operación secreta de la CIA Timber Sycamore contra Siria y, junto con el Reino Unido y Francia, derrocó al gobierno de Libia a través de una campaña de bombardeos. Hoy en día, estos países están en ruinas, muchos de ellos inmersos en guerras civiles.

Netanyahu fue un entusiasta de estas guerras por elección, ya sea públicamente o entre bastidores, junto con sus aliados neoconservadores en el gobierno de Estados Unidos, incluidos Paul Wolfowitz, Douglas Feith, Victoria Nuland, Hillary Clinton, Joe Biden, Richard Perle, Elliott Abrams, entre otros.

En una declaración ante el Congreso de los Estados Unidos en 2002, Netanyahu defendió la desastrosa guerra en Irak, declarando: «Si ustedes derrocan a Saddam, el régimen de Saddam, le garantizo que esto tendrá repercusiones enormemente positivas en la región». Y continuó: «Y creo que la gente de al lado, en Irán, los jóvenes y muchos otros, dirán que la era de tales regímenes, de tales déspotas, ha terminado». También le dijo falsamente al Congreso: «No hay duda de que Saddam está buscando, está trabajando, está avanzando hacia el desarrollo de armas nucleares». El lema para reconstruir un «Nuevo Oriente Medio» se utilizó para justificar estas guerras. Inicialmente proclamado en 1996 a través de «Clean Break», fue popularizado por la entonces Secretaria de Estado Condoleezza Rice en 2006. Mientras Israel bombardeaba brutalmente el Líbano, Rice dijo: «Lo que estamos viendo aquí, en cierto sentido, son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente, y hagamos lo que hagamos, tenemos que asegurarnos de que estamos avanzando hacia este nuevo Medio Oriente, sin volver al antiguo».

En septiembre de 2023, Netanyahu presentó en la Asamblea General de la ONU un mapa del «Nuevo Oriente Medio» que borraba por completo un Estado palestino. En septiembre de 2024, detalló este plan mostrando dos mapas: una parte de Oriente Medio como «bendición» y otra, que incluye Líbano, Siria, Irak e Irán, como una «maldición», al abogar por cambios de régimen en esos países.

La guerra de Israel contra Irán es el movimiento final de una estrategia con décadas de existencia. Estamos presenciando el apogeo de la manipulación extremista sionista de la política exterior estadounidense.

El pretexto del ataque israelí contra Irán es la afirmación de que el país está a punto de adquirir armas nucleares. Esta afirmación es infundada, ya que Irán ha propuesto repetidamente negociaciones precisamente para eliminar la opción nuclear a cambio del fin de las sanciones impuestas por Estados Unidos durante décadas.

Desde 1992, Netanyahu y sus partidarios han afirmado que Irán se convertiría en una potencia nuclear «en pocos años». En 1995, las autoridades israelíes y sus aliados en los Estados Unidos señalaron un plazo de cinco años. En 2003, el director de inteligencia militar de Israel dijo que Irán tendría la bomba nuclear «hasta el verano de 2004». En 2005, el jefe del Mossad dijo que Irán podría construir la bomba en menos de tres años. En 2012, Netanyahu declaró en la ONU que «solo faltaban unos meses, posiblemente semanas, para que tuvieran suficiente uranio enriquecido para la primera bomba». Y así sucesivamente.

Este patrón de plazos sucesivos durante más de 30 años es parte de una estrategia deliberada, no de fallas de previsión. Las acusaciones son pura propaganda; siempre hay una «amenaza existencial». Más importante aún, está la falsa afirmación de Netanyahu de que las negociaciones con Irán son inútiles.

Irán ha reiterado que no quiere un arma nuclear y que ha estado dispuesto a negociar durante mucho tiempo. En octubre de 2003, el líder supremo, Ayatolá Ali Jamenei, emitió una fatwa que prohibía la producción y el uso de armas nucleares, una decisión que fue citada oficialmente por Irán en una reunión del OIEA en Viena en agosto de 2005, y desde entonces se ha referido como una barrera religiosa y legal para la obtención de armas nucleares.

Incluso para los escépticos de las intenciones iraníes, el país ha defendido sistemáticamente un acuerdo negociado con una verificación internacional independiente. Por el contrario, el lobby sionista se ha opuesto a dichos acuerdos, presionando a Estados Unidos para que mantenga las sanciones y rechace cualquier tratado que permita un estricto seguimiento del OIEA a cambio de la cancelación de las sanciones.

En 2016, el gobierno de Obama, junto con el Reino Unido, Francia, Alemania, China y Rusia, firmó el Plan de Acción Conjunto Global (JCPOA) con Irán, un acuerdo histórico para supervisar de cerca el programa nuclear iraní a cambio de aliviar las sanciones. Sin embargo, bajo la fuerte presión de Netanyahu y el lobby sionista, el presidente Trump se retiró del acuerdo en 2018. Previsiblemente, cuando Irán respondió ampliando su enriquecimiento de uranio, se le acusó de violar un acuerdo que los propios Estados Unidos habían abandonado. El doble rasero y la propaganda son evidentes. El 11 de abril de 2021, el Mossad de Israel atacó las instalaciones nucleares iraníes en Natanz. Después del ataque del 16 de abril, Irán anunció que aumentaría aún más el enriquecimiento de uranio, como una ganga, al tiempo que pedía repetidamente la reanudación de las negociaciones para un acuerdo como el JCPOA. El gobierno de Biden rechazó todas estas propuestas.

Al comienzo de su segundo mandato, Trump acordó abrir una nueva negociación con Irán. Irán prometió renunciar a las armas nucleares y aceptar las inspecciones del OIEA, pero mantuvo el derecho a enriquecer el uranio con fines civiles. El gobierno de Trump lo aceptó inicialmente, pero luego retrocedió. Desde entonces, ha habido cinco rondas de negociaciones, y ambas partes han informado de sus progresos en cada ocasión.

La sexta ronda estaba supuestamente programada para el domingo 15 de junio. En cambio, Israel lanzó una guerra preventiva contra Irán el 12 de junio. Trump confirmó que Estados Unidos sabía del ataque de antemano, incluso cuando el gobierno hablaba públicamente sobre las negociaciones inminentes. El ataque de Israel se hizo no solo en medio de negociaciones que avanzaban, sino pocos días antes de una conferencia de la ONU sobre Palestina que habría impulsado la causa de la solución de dos estados. Esa conferencia ahora se ha pospuesto. El ataque de Israel contra Irán ahora amenaza con convertirse en una guerra total que podría involucrar a Estados Unidos y Europa junto a Israel, y a Rusia y tal vez Pakistán al lado de Irán. Pronto podemos ver a varias potencias nucleares en enfrentamiento directo, arrastrando al mundo más cerca de la aniquilación nuclear. El Reloj del Juicio Final está a 89 segundos de la medianoche, lo más cercano al Apocalipsis nuclear desde su creación en 1947.

En los últimos 30 años, Netanyahu y sus aliados en los Estados Unidos han destruido o desestabilizado una franja de 4000 km de países que se extiende desde el norte de África hasta el Cuerno de África, pasando por el Mediterráneo oriental y Asia Occidental. Su objetivo ha sido bloquear la creación de un Estado palestino mediante el derrocamiento de gobiernos que apoyan la causa palestina. El mundo merece más que este extremismo. Más de 180 países de la ONU apoyan la solución de dos estados y la estabilidad regional. Esto tiene más sentido que Israel arrastrar al mundo al borde del apocalipsis nuclear en busca de sus objetivos ilegales y extremistas.

Jeffrey Sachs

Profesor de la Universidad de Columbia (NYC) y Director del Centro para el Desarrollo Sostenible y Presidente de la Red de Soluciones Sostenibles de la ONU. Ha sido asesor de tres Secretarios Generales de la ONU y actualmente se desempeña como Defensor de la Iniciativa de Objetivos de Desarrollo Sostenible bajo el Secretario General de la ONU, António Guterres.

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