Carlos Martinez *

Desde hace décadas, Palestina vive bajo una ocupación brutal que no solo se manifiesta en bombardeos, desplazamientos forzados y asesinatos selectivos, sino también en una estrategia más insidiosa y prolongada: “la guerra por hambre”. Mientras el mundo conmocionado observa las imágenes de niños bajo los escombros de Gaza, hay otra realidad igual de devastadora que no siempre ocupa los titulares: el hambre como arma de exterminio masivo. 

Los sionistas, con plena conciencia de sus actos, han destrozado a una generación entera de niños y niñas palestinas. Los menores nacidos en los últimos tres a seis años sufrirán retrasos escolares irreversibles, secuelas físicas y cognitivas, y daños cerebrales permanentes debido a la desnutrición crónica. Este crimen es tan atroz como los bombardeos indiscriminados, pero su efecto es más lento, más silencioso y, por lo tanto, más perverso. 

I. Gaza: Un Campo de Concentración Moderno 

Gaza no es una simple «franja» sitiada; es un campo de concentración al aire libre, diseñado para ahogar lentamente a su población. Desde el bloqueo impuesto por Israel en 2007, los palestinos han vivido bajo un régimen de bloqueo económico, con restricciones severas a la entrada de alimentos, medicinas, combustible y materiales de construcción. La ONU ha alertado repetidamente que la población depende de ayuda humanitaria para sobrevivir, ayuda que Israel obstruye o permite de forma intermitente como herramienta de presión política. 

En Cisjordania, la situación no es mejor. Las colonias judías, protegidas por el ejército israelí, roban tierras, destruyen cultivos, cortan el suministro de agua y hostigan diariamente a los palestinos. El objetivo es claro: hacer la vida insoportable para forzar su expulsión. 

II. El Hambre como Arma de Guerra 

La desnutrición infantil en Gaza no es un efecto colateral, sino una política deliberada. Según UNICEF, “uno de cada tres niños palestinos padece retraso en el crecimiento” debido a la falta de nutrientes esenciales. El daño cerebral causado por la malnutrición en los primeros años de vida es irreversible: afecta el desarrollo cognitivo, la capacidad de aprendizaje y la salud mental.  

¿Qué ocurriría si esto sucediera en Europa o Estados Unidos? Si niños occidentales, criados «entre algodones» en sociedades opulentas, se enfrentaran estas condiciones, la mayoría habría muerto ya. Pero el mundo mira hacia otro lado porque las víctimas son palestinas, porque el sionismo ha logrado vender la narrativa de que su sufrimiento es «inevitable» o incluso «merecido». 

III. Genocidio con Todas las Letras

El artículo II de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) define genocidio como «actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Esto incluye: 

1. Matanza de miembros del grupo (más de 90.000 palestinos asesinados desde 2008). 

2. Lesión grave a la integridad física o mental (niños mutilados, traumatizados, desnutridos). 

3. Sometimiento intencional a condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física (bloqueo, negación de agua, destrucción de cultivos). 

4. Medidas destinadas a impedir nacimientos (mujeres palestinas dan a luz en checkpoints, bebés mueren por falta de incubadoras). 

Israel cumple todos estos puntos. No hay «daños colaterales»; hay una maquinaria de exterminio respaldada por Occidente. 

IV. La Complicidad Occidental: Capitalismo y Sionismo 

El capitalismo global, con su profunda infiltración sionista, ha blindado a Israel. Estados Unidos y la Unión Europea, lejos de imponer sanciones, arman y financian al Estado genocida. La UE, decadente y vendida a los intereses de Washington, firmó el «acuerdo de la vergüenza» con EE.UU., consolidando su sumisión. Von der Leyen, como si fuera una virreina colonial, ha priorizado los negocios con Israel sobre los derechos humanos. 

Mientras, los medios occidentales deshumanizan a los palestinos, repitiendo consignas como «Israel tiene derecho a defenderse» de una población sitiada y famélica. 

V. La Cobardía de los Estados Árabes y la Urgencia de la Resistencia 

Los gobiernos árabes, muchos títeres de Occidente, han traicionado a Palestina. Mientras Yemen, a pesar de su pobreza, se ha convertido en un símbolo de resistencia con sus operaciones en el Mar Rojo, las monarquías del Golfo firman acuerdos de normalización con Israel. 

¿Dónde está el boicot masivo?

¿Dónde está el corte de petróleo? 

¿Dónde están los ejércitos árabes? 

El Eje de la Resistencia (Hezbolá, Yemen, facciones en Irak y Siria e Irán) han hecho más que todos los estados árabes juntos. Pero no basta. Necesitamos una rebelión popular en el mundo árabe y musulmán que obligue a sus gobiernos a actuar. 

VI. Organizarse contra Europa Cómplice 

Europa, incapaz de defender su propia soberanía frente a Trump, tampoco detendrá el genocidio palestino si no es forzada. Por eso, debemos movilizarnos: 

– Boicot total a Israel (empresas, universidades, productos). 

– Presión masiva a gobiernos (protestas, huelgas, campañas políticas). 

– Exigir sanciones reales (embargo militar, expulsión de Israel de organismos internacionales). 

VII. Palestina No es un «Mini Estado»: Es una Tierra, una Historia, un Pueblo 

La solución no es un «Estado palestino» reducido a cantones desconectados. Palestina es toda su tierra histórica, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo. Su libertad no se negociará en mesas donde solo Israel dicta los términos. 

Los niños de Gaza, con sus cerebros dañados por el hambre, son testigos mudos de este genocidio. Pero también son la razón para luchar sin descanso. 

Estamos ante un crimen contra la humanidad en tiempo real. El sionismo quiere borrar a Palestina, pero no contaba con que su pueblo resistiría tanto. Ahora depende de nosotros: romper el cerco mediático, denunciar a los cómplices y convertir la rabia en acción. 

Palestina vencerá. Pero el mundo no puede seguir mirando.  Nota final: Este artículo es un llamado a la acción. Comparte, difunde, organiza. El silencio es cómplice.

*Carlos Martinez es politólogo y de Soberanía y Trabajo, militante de la causa palestina

fuente de la imagén

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