Datos sobre los prisioneros


El número de prisioneros palestinos en las cárceles de la ocupación israelí supera los 9.250; la mayoría de ellos bajo detención administrativa, según fuentes oficiales palestinas. Los testimonios de presos liberados indican que la ocupación les somete a un sistema represivo y metódico basado en la negligencia médica, el aislamiento y la tortura física y psicológica, en lo que supone una clara y abierta violación del Derecho Internacional Humanitario y de los Convenios de Ginebra.

Entre esos más de 9200 presos en las mazmorras israelíes, se encuentran 49 mujeres, mientras que el número de niños secuestrados por la entidad sionista asciende a 350; la mayoría de esos menores de edad se encuentran recluidos en las cárceles de «Ofer» y «Megiddo». Los detenidos administrativos son 3.368, incluyendo personas de Líbano y Siria. Más de 6.000 palestinos de la Franja de Gaza siguen en cárceles sionistas, y se desconoce cuántos de ellos han sido asesinados. Además, el número de prisioneros cuyos cadáveres son retenidos por la ocupación asciende a 89, de los cuales 81 fueron usurpados tras el genocidio a partir del 7 de octubre de 2023.

Sobre las circunstancias diarias, prisioneros palestinos liberados relataron detalles aterradores de tortura física y psicológica, negligencia médica y abusos sexuales dentro de las cárceles israelíes. Contaron que perdieron decenas de kilos de peso, que sufrieron fracturas y enfermedades y que otros murieron bajo las duras condiciones de detención y tortura. Las violaciones sistemáticas a sus derechos incluyen la mala alimentación o la privación intencionada de la comida suficiente, torturas directas de todo tipo durante los interrogatorios, falta de atención médica, aislamiento prolongado y prohibición de visitas o comunicación familiar.


Las cárceles sionistas – Campos de concentración


Las cárceles israelíes donde se encuentran los prisioneros palestinos están distribuidas en varias zonas. La cárcel de «Ashkelon», construida en 1970, es una de las más antiguas. Las prisiones de «Nafha y Ramon», situadas en el desierto del Néguev, se consideran de las más duras. En Beerseba hay cuatro centros penitenciarios: «Eshil, Dekel, Ayalon y Ohli Kedar. Las cárceles de Gilboa y Shatta», en el norte de la Palestina ocupada, son de las más fortificadas. En la cárcel de Ramla se encuentran secciones de aislamiento total.

Las mujeres palestinas están detenidas en las cárceles de «Damon y Hasharon», mientras que en «Megiddo y Ofer» hay cientos de niños detenidos con o sin acusación. Las autoridades de la ocupación israelí también utilizan, a veces, la cárcel de «Ofek» para encarcelar a menores palestinos. Entre los lugares más enigmáticos se encuentra la cárcel secreta número 1391, cuyo paradero exacto es desconocido y que está rodeada del más absoluto secreto. En ella se detiene a prisioneros sin revelar su ubicación. Después del genocidio las autoridades de ocupación establecieron otros campos de concentración, como la prisión de «Sde Teiman».

Las políticas coloniales del régimen sionista contra los prisioneros se han intensificado. En noviembre de 2025, «el Comité de Seguridad Nacional del Knéset israelí» aprobó un proyecto de ley que permite aplicar la pena de muerte a los prisioneros palestinos. Esta medida se enmarca en una escalada de terrorismo e incitación dirigida por el «ministro de Seguridad Nacional», itamar ben gvir, quien ha aparecido en vídeos ejerciendo personalmente la represión contra los prisioneros. Además, las autoridades de ocupacíon obligan a los presos palestinos a usar prendasbcon inscripciones en árabe que expresan amenazas explícitas de exterminio.


Los campos de concentración: una herramienta del proyecto colonial sionista

Las prácticas de la ocupación contra los prisioneros constituyen verdaderos crímenes de guerra según el Derecho Internacional. La tortura sistemática viola el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la detención administrativa sin cargos ni juicio contraviene el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la privación de visitas o atención médica infringe el Cuarto Convenio de Ginebra. Asimismo, retener los cuerpos de los prisioneros constituye un crimen inhumano destinado a ejercer presión y chantaje político.


A nivel político, el colonizador recurre al encarcelamiento de los pueblos originarios como un método eficaz de control político y social. Las detenciones sirven para reprimir la resistencia organizada y desmantelar los movimientos de liberación. Los poderes coloniales suelen considerar a los líderes locales, intelectuales y dirigentes políticos como una amenaza directa, buscando neutralizarlos mediante la prisión o el exilio. De esta forma, se siembra el miedo en la sociedad y se debilitan los lazos de solidaridad y resistencia. El encarcelamiento, por tanto, trasciende lo punitivo para convertirse en un instrumento de dominación del pensamiento colectivo y de quebranto del espíritu de resistencia, asegurando la sumisión de los pueblos colonizados.

Las detenciones también se utilizan para reconfigurar la estructura social y cultural de las comunidades, destruyendo liderazgos tradicionales y redes de apoyo social, lo que facilita al colonizador imponer su sistema administrativo y jurídico. Estas políticas buscan consolidar el control sobre la tierra y los recursos, empujando a las comunidades originarias al desplazamiento forzoso o a la dependencia económica. Así, el encarcelamiento se convierte en una herramienta integral del proyecto colonial, que combina terror y manipulación mediática para justificar la explotación y el despojo, mientras mantiene una apariencia de “legalidad” ante la comunidad internacional.


La situación que viven los prisioneros palestinos refleja un sistema de detención y tortura sistemática que afecta a todos los sectores de la sociedad palestina, incluyendo mujeres, niños y enfermos. Este sistema va acompañado de políticas coloniales que expresan la naturaleza terrorista del régimen sionista.

Es imprescindible formar una comisión internacional independiente, bajo la supervisión de las Naciones Unidas, para investigar las condiciones de los prisioneros, presionar por la liberación inmediata de mujeres, niños y enfermos, llevar el caso ante la Corte Penal Internacional, boicotear las instituciones israelíes involucradas en la administración de las cárceles y reforzar el apoyo mediático, jurídico y político a la causa de los prisioneros a nivel regional e internacional.

Es imprescindible formar una comisión internacional independiente, bajo la supervisión de las Naciones Unidas, para investigar las condiciones de los prisioneros, presionar por la liberación inmediata de mujeres, niños y enfermos, llevar el caso ante la Corte Penal Internacional, boicotear las instituciones israelíes involucradas en la administración de las cárceles y reforzar el apoyo mediático, jurídico y político a la causa de los prisioneros a nivel regional e internacional. Asimismo, es importante que se intensifiquen los esfuerzos populares a nivel mundial para ejercer presión en favor de los prisioneros y lograr su libertad.

Bahaa Gasán

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