Santa Marta, Colombia | 9 de noviembre de 2025
Por: La republica de Palestina
La Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea concluyó en la ciudad colombiana de Santa Marta con la emisión de un comunicado conjunto de 52 puntos, centrado en temas de seguridad internacional, desarrollo sostenible y reforma del sistema financiero global.
Sin embargo, lo más destacado del documento fue el contraste evidente entre las posturas de ambas regiones respecto a la guerra en Ucrania, frente a un acuerdo casi total sobre la crisis en Gaza.
El texto final evitó cualquier condena directa a Rusia o mención explícita de su nombre, limitándose a expresar “preocupación por la escalada de los conflictos en el mundo” y a subrayar la necesidad de “un alto el fuego y el fortalecimiento del diálogo político para lograr una paz justa y duradera”.
Esta redacción prudente fue el resultado de intensas discusiones entre las delegaciones europeas y latinoamericanas, ya que Bruselas presionaba por un texto que condenara “la agresión rusa contra Ucrania”, mientras varios países de la región —entre ellos Nicaragua, Cuba y Venezuela— rechazaron incluir cualquier lenguaje de carácter acusatorio, argumentando que la crisis “requiere mediación internacional, no alineamiento político”.
De acuerdo con medios europeos, este equilibrio diplomático refleja una nueva orientación de América Latina, que busca mantener relaciones equilibradas con Moscú y evitar una alineación total con el bloque occidental, en un contexto de reconfiguración del orden mundial.
Por ello, el comunicado adoptó un tono simbólicamente neutral, centrado en el “compromiso de ambas partes con el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas”, sin atribuir responsabilidades directas a ningún actor del conflicto.
En contraste, el documento mostró mayor claridad en su postura respecto a la crisis humanitaria en Gaza, al exhortar a un “alto el fuego total e inmediato”, garantizar la entrada de ayuda humanitaria sin restricciones y reactivar el proceso político “basado en la solución de dos Estados y las resoluciones del Consejo de Seguridad”.
Asimismo, los líderes expresaron su “firme compromiso con la reconstrucción de Gaza y con el apoyo a los esfuerzos de Naciones Unidas para proteger a la población civil”.
A diferencia del tema ucraniano, no se registraron objeciones de ninguna de las partes sobre los párrafos relativos a Palestina, lo que convirtió este punto en uno de los más consensuados del comunicado.
Analistas interpretan este enfoque como un cambio gradual en el discurso europeo, que empieza a adoptar una posición más equilibrada frente al conflicto palestino-israelí, impulsado por la creciente presión de la opinión pública internacional.
Fuentes diplomáticas señalaron que las conversaciones previas al acuerdo revelaron una diferencia en las prioridades de ambas regiones:
⁃ Para Europa, la guerra en Ucrania y la contención de la influencia rusa eran prioridades absolutas.
⁃ Para la CELAC, los temas humanitarios y la justicia internacional —incluida la causa palestina— tuvieron un peso mayor, junto con la exigencia de reformar el sistema financiero global y poner fin a las sanciones unilaterales.
El resultado fue una fórmula política cuidadosamente equilibrada: permite a Europa mantener sus principios, mientras otorga a la CELAC margen para sostener su neutralidad regional sin confrontar al Occidente. En síntesis, la Cumbre de Santa Marta dejó una doble lectura:
• Un mensaje de neutralidad calculada hacia Rusia, que refleja la negativa del Sur Global a alinearse en los conflictos de las grandes potencias.
• Y un consenso humanitario firme respecto a Palestina, que convierte la causa palestina en uno de los pocos puntos de convergencia entre ambas regiones en este periodo convulso.
A pesar de las divergencias, la cumbre reafirmó el compromiso mutuo con el diálogo y la cooperación multilateral, en un momento en que las crisis globales ponen a prueba los cimientos del orden internacional y empujan a los países del Sur a buscar una voz más independiente en la política mundial.





