Cuando comienzo a escribir estas líneas 22000 soldados del ente sionista de Israel entran en Cisjordania al objeto de destruir bastiones de la Resistencia Palestina y de paso amedrantar y asesinar a población civil. Los buenos liberales europeos y del mundo anglosajón, callan, observan y consienten. Apoyan, en esto todos unidos, la matanza sionista, los campos de concentración sionistas, la limpieza étnica sionista. Desde los “trumpistas”a los “Harristas” del Partido Demócrata, socialdemócratas alemanes, liberales alemanes, verdes de toda Europa… El PSOE, PP, Vox, el gobierno, todos callan y/o con tales matices que a nadie le llevan a condenar
públicamente a Israel.

Las potencias liberales financian y arman una ocupación fascista llena de supremacismo y racismo. Nuestros liberales y globalistas con más miedo que vergüenza, sin ética ni principios apoyan a un régimen colonialista y que practica un apartheid criminal. Nuestros liberales que apoyan nazis sionistas se atreven a condenar a otros estados soberanos y llamar dictadores a personas que en crueldad y salvajismo no les llegan a la suela de los zapatos a los mandatarios sionistas.

¿Pero esto lo hacen solo por miedo al hegemon norteamericano? No. Lo hacen porque están de acuerdo con estas prácticas, reconocen el “derecho a la defensa de Israel” y ven en él un gendarme imprescindible para imponer y defender el imperio blanco, cristiano y capitalista en medio de las tribus árabes bárbaras, el salvaje Irán o las potencias de poco fiar del Oriente Próximo. También ven en los supremacistas del ente sionista unos aliados necesarios en su guerra contra el resto del mundo y además saben que un estado artificial de personas no semitas, sino europeas en su mayoría en medio de una región árabe, es un tapón imprescindible para defender sus intereses energéticos y geoestratégicos. Israel es el principal aliado de la OTAN en el mundo y un socio preferente de la OTAN y por tanto la OTAN lo apoya a muerte. No valen justificaciones ni excusas. Es hora de llamar a las cosas por su nombre de una vez.

Palestina se ha convertido en bandera y símbolo de todas las resistencias mundiales populares contra la guerra, la injusticia, el neocolonialismo y el imperialismo en el mundo entero. Por eso los sionistas y sus aliados han de hurtar la esperanza y matar al pueblo enemigo puesto que el ente sionista necesita para acabar de consolidarse eliminar toda la población autóctona. Porque guste o no un estado creado artificialmente en 1948 y con población extraña a la tierra colonizada, no es un estado firme desde una perspectiva histórica. Todo esto en beneficio de los grandes fondos de inversión occidentales, los bancos y los beneficios inmensos de las grandes fortunas muchas de ellas sionistas, en un mundo que es el más desigual de la historia moderna de la humanidad.

Hemos retrocedido a etapas históricas anteriores a la Revolución Francesa. El mundo capitalista practica un darwinismo social decimonónico y la clase trabajadora ha perdido todos sus derechos incluida la libertad de expresión e información. Sus antiguos o nuevos partidos y sindicatos son cooptados por el globalismo en el territorio OTAN y renuncian a sus principios y a la lucha con la clase obrera y por el socialismo. Las derechas conservadoras apoyan genocidios y añoran épocas coloniales.

La Anglosfera/UE contempla perpleja como el mundo cambia y su posición peligra. El miedo a ello, solo les deja un camino, la guerra. Mientras Palestina resiste. Cientos de miles de bombas no la han quebrado. Ni el hambre, ni la sangre, ni el miedo han podido con unas milicias resistentes que no solo siguen plantando cara, sino que han sido capaces de levantar su nuevo Stalingrado. Esa es su victoria frente a un ejército cuya base principal son los reservistas y que por tanto esta destrozando el llamado estado de Israel social y económicamente. Por eso Netanyahu necesita extender la guerra. Palestina esta siendo masacrada, pero resiste, hace historia y aguanta con dignidad y esa dignidad nos salva a todas las personas del mundo que queremos paz, justicia, reparto y libertad.

Autor: Carlos Martínez, politólogo.

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